CEDH DESGASTADA: VA UNA MUJER
Colaboración para
Global Media, https://www.globalmedia.mx/articles/CEDH-desgastada-Va-una-mujer
30 Marzo 2021
¿Cómo definimos la sororidad? Son los acuerdos y
alianzas que podemos realizar las mujeres para alcanzar nuestro empoderamiento,
económico, de derechos, de acceso a la justicia, de representación política, de
alcanzar cargos públicos. Sororidad es
un concepto muy amplió que implica que nosotras podamos llegar a acuerdos que
nos permitan avanzar todas.
Se ha confundido con amistad, o con apoyar a toda
costa por la sola condición de ser mujer, y la sororidad va orientada a llegar
a compromisos en beneficio de alcanzar un desarrollo pleno de las mujeres como
sujetas de derecho.
En los últimos días las mujeres vimos con desesperanza
para los avances que hemos buscado, un acto de violencia de política en razón
de género por parte del Poder Legislativo de San Luis Potosí.
En la elección de la mujer que se desempeñará como
Presidenta de la Comisión Ejecutiva Estatal de Derechos Humanos, se hizo a un
lado la trayectoria de las 9 participantes y se enfrascaron en 23 rondas de
votación para elegirla, en donde se olvidaron de la trascendencia de la defensa
de los Derechos Humanos y no pudieron llegar a acuerdos.
Este miércoles habrá presidenta y la primera tarea que
debe realizar es enmendar el cuestionado proceso que llevaron a cabo los y las
legisladoras. Será importante que durante la sesión en la que sea electa se
corrija una actuación lamentable en la que dejaron ver los intereses
partidistas, personales y de fracciones, que quitaron del centro a una entidad
autónoma que en los últimos 8 años ha caído en un descredito frente a las
víctimas que no encuentran la defensa que promete la Ley de la CEDH.
Los y las legisladoras se alejaron de su misión,
convirtieron la elección de la presidencia de la CEDH en una batalla, en donde
las mujeres fuimos el pretexto para exacerbar los rencores y los disensos que
estuvieron presentes en toda la legislatura. Es un claro mensaje a la población
sobre la despreocupación que existe porque este organismo autónoma tenga una
presidenta fuerte que tenga la genuina representación de quienes han sido
víctimas de violaciones de derechos humanos cometidos por personas servidoras
públicas.
Las mujeres entramos en un tsunami de rencores
partidistas, de una legislatura con una desdibujada ideología, que nos llevaron
a que asumiéramos un rol dentro de esas desconfiguraciones políticas, en miras
de un proceso electoral atípico en cuanto a la organización de las alianzas
partidistas para alcanzar los cargos públicos, que se habrán de votar el 06 de
junio. Para poca fortuna de nuestros movimientos de mujeres, nos metieron en un
revoltijo electorero.
Las mujeres aspirantes (entre las que me encuentro) a
la presidencia de la CEDH, no merecemos el trato indigno que nos dieron.
Este hecho, también demostró, la enorme dificultad que
significa ser una mujer sororal en medio de un juego patriarcal de quienes
tienen el poder político. Las mujeres no tuvimos la capacidad de ver entre
estas rendijas políticas, el juego de poder que implicaba la participación de
nosotras para cumplir con una medida afirmativa en pro de alcanzar la paridad
en un organismo autónomo.
Nos metieron en una rivalidad insana, que opacó la
lucidez que debemos tener y debe prevalecer en nosotras, que hemos enfrentado
muchos retos, el principal no caer en las trampas de quienes están ejerciendo
el poder. Nuestra capacidad de observar la trascendencia de que una mujer
llegue, por una medida afirmativa al cargo de presidenta de la CEDH, fue
rebasada. Nos faltó sororidad, entendida
llanamente como la congruencia de establecer alianzas en beneficio de todas.
Durante la semana pasada, el Congreso Del Estado debía
elegir a la mujer que será la presidenta de la Comisión estatal de los derechos
humanos por los siguientes cuatro años.
Las trampas de legisladores y legisladoras fueron
múltiples, entre ellas los comentarios que habían transmitido a medios de
comunicación y las opiniones que se centraban en señalar que todas las mujeres
participantes, tenían magníficos perfiles, así como una trayectoria amplia y
que sería la decisión más difícil del poder legislativo. Atrás estaban los
acuerdos que aparentemente tenían, tres semanas antes de la elección tenían el
nombre de quién iba a llegar a la presidencia.
Sin embargo, comenzó el desatinado encuentro que
culminó en una rebatinga política del PRI y el PAN contra MORENA, en el que
ninguno de los diputados y las diputadas pudieron negociar y establecer un
acuerdo, para llevar a la presidencia a una mujer con la solvencia necesaria
para el cargo que ocupará por los próximos cuatro años.
Lo que pasó el jueves fue un acto de violencia
política hacia las mujeres en razón de género en donde quienes violentaron los
derechos de las aspirantes, fueron las propias personas legisladoras. Que no
tuvieron la sensibilidad para llegar a acuerdos y consensos, de ninguna de las
partes.
La violencia política en razón de género se da en el reconocimiento
que el propio legislativo hizo, al admitir que ni siquiera revisaron la
trayectoria de cada una de las aspirantes, la presidencia de la Comisión de
derechos humanos, igualdad y género del Congreso del Estado, no tuvo la
capacidad para hacer llegar de la mejor manera los proyectos y semblanzas de
cada aspirante, privaron las amistades, los acuerdos previos, los compromisos
hechos con antelación.